Solo tengo ganas de escribir. No lo sé. Por lo general escribo solo cuando estoy triste, pero creo que esta vez puedo ir más allá de las reglas y ser un poco como realmente soy.
De un momento a otro siento la felicidad de escribir, quizá puede ser porque cosas buenas pasarán, no lo sé, quizá sea el frío, o algo más que eso...
Tantas cosas por contar, tanto por aprender, creo que puedo retomar lo perdido y ser feliz cada día un poco más, y sentir el amanecer como una brisa tibia en el rostro, poder abrazar mi destino con los brazos fríos y dejar al fin caer las lágrimas que tanto tiempo esperaron como un prisionero inocente culpado por su propio error de estar presente en su triste y solitaria sentencia.
Fuerte como el viento, fuerte como la soledad misma, que palpita y retumba, que desgarra y hace trisas. La miseria es lo que se esconde detrás de una lápida de escombros y cenizas. Un destino, mi destino, tanto y a la vez nada, mucho y a la vez vacío como el silencio.
Hay tanto que decir, pero todo es tan complejo, y aunque no parezco, pero puedo sonreír.