viernes, 17 de julio de 2015

Una media luna en un frío rostro

Solo tengo ganas de escribir. No lo sé. Por lo general escribo solo cuando estoy triste, pero creo que esta vez puedo ir más allá de las reglas y ser un poco como realmente soy.
De un momento a otro siento la felicidad de escribir, quizá puede ser porque cosas buenas pasarán, no lo sé, quizá sea el frío, o algo más que eso...
Tantas cosas por contar, tanto por aprender, creo que puedo retomar lo perdido y ser feliz cada día un poco más, y sentir el amanecer como una brisa tibia en el rostro, poder abrazar mi destino con los brazos fríos y dejar al fin caer las lágrimas que tanto tiempo esperaron como un prisionero inocente culpado por su propio error de estar presente en su triste y solitaria sentencia.
Fuerte como el viento, fuerte como la soledad misma, que palpita y retumba, que desgarra y hace trisas. La miseria es lo que se esconde detrás de una lápida de escombros y cenizas. Un destino, mi destino, tanto y a la vez nada, mucho y a la vez vacío como el silencio.

Hay tanto que decir, pero todo es tan complejo, y aunque no parezco, pero puedo sonreír.

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